miércoles, enero 25, 2006

De Vuelta, de vuelto, devuelto

Ya alguien había escrito eso de jamás regresar: Nunca se retorna a lo que se ha dejado atrás. Mas por una vez quise no creer en los libros. Y por una vez volví, con la lengua alborotada y el palpitante dolor del que no sabe mas duele, por el sólo hecho de saber que tiene algo por esperar:
He tenido una esperanza superflua, siempre la he, de perdonar a Corrientes por lo que no, nunca se interesó en siquiera tentar: Esa cuestión inconclusa de alguna vez predicar en mi tierra, alguna vez serme adulto con la complicidad de esa Corrientes de veredas fracturadas, con la reverencia de sus aguas turbias carentes de profundidad, con el abrazo redentor de su costanera recolectora de huecos, de sombras, de gente incompleta, completa de siesta, tanta siesta como siesta infernal.
Pero Corrientes no, tampoco registró mis registros, nunca se enteró que una vez quise a ella volver. En mi ausencia se encargó de enterrarme para siempre en una tumba de olvido, momificada ella por fuera, retorciéndome yo por dentro, aún iluso por de todos escapar, por a todos sobrevivir. Y aún en esas absurdas exequias, en esa procesión irresoluta hacia la nada que supone vivir estando muerto, tuve que amortajarme para aprender más luego a reconstruirme en uñas y dientes y carne y sangre fresca y caliente para que cada día y cada noche entre gusanos y tierra putrefacta, esta ciudad fallecida me dejara devolver, me encontrara revolver.
Y de algún modo así me desenterré. Y de otro modo así más me profundicé.
Como lagartija me expuse a quienes me quisiesen exponer, a quienes me quisiesen acaso encontrar. Mas en las arenas de los yacarés las huellas no hallaron forma alguna de traducción: Como sea, dejé entre gente baldía las escamas de mi voz, y en el aire viciado un vuelo rasante como de ave inatacable. Y esa palidez espectral que me disfrazaba el alma, la combatí con el sol magnético que alienta al sueño, que me apuró a darme cuenta de mi sueño mal soñado, como es fue eso de intentar volver, de algún modo volver para de algún modo volver a ser. Y llegada la sombra de los incautos, me concentré en mi rojo camino y sin ceremonias, sin estruendos, sin rencores de todo, de nada, para todos para siempre me alejé.
Y de este modo final creo así me resucité.
Luego, en Buenos Aires de vuelta, en un viaje de vuelto, por Corrientes devuelto, sé que nada me queda ya: Prendidas, prendadas entre mis prendas viajaron las miserias de pasado más pasado que se acumulan, que sobrecargan, que nunca aprenderé a desechar. Y en los restos de aquella ciudad que ya no importa, que jamás importa, que sólo sabe exportar, he dejado como testamento, como tesoro sin mapas algunos cargos como trucos de magia que alguna vez otros algunos sabrán acaso apreciar. Lo demás ya no cuenta. Ya no quedan cuentas, vueltos o esperanza. Corrientes, revuelto me has devuelto. De nada sirve soñar con regresar.
M.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Salve, hermano. Siempre andamos por el No Lugar. ¡Y sin embargo, nos movemos!

9:57 p. m.  

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